El estudio de Nature analiza cómo las partículas emitidas por los incendios, al alcanzar la estratosfera, reaccionan químicamente con compuestos como el ozono. Este proceso contribuye a su destrucción, una situación similar a la observada en áreas polares con el adelgazamiento de la capa. El fenómeno documentado en Australia fue particularmente significativo: el humo liberado ascendió hasta 35 kilómetros de altura, afectando directamente las concentraciones de ozono en el hemisferio sur.
Aunque el caso australiano es emblemático, los investigadores advierten que los incendios forestales masivos en otras regiones, como el Amazonas y California, podrían tener efectos similares. La combinación de cambio climático, sequías prolongadas y eventos extremos aumenta el riesgo de incendios y su impacto en la atmósfera.
El artículo de Nature subraya que este fenómeno representa un desafío global que requiere medidas urgentes, tanto en la prevención de incendios como en la reducción de emisiones de gases contaminantes. Por otra parte, los daños a la capa de ozono no solo afectan a los ecosistemas, sino que también tienen consecuencias directas para la salud humana, como un aumento en los casos de cáncer de piel y enfermedades relacionadas con la radiación UV.
La destrucción de la capa de ozono por los incendios forestales añade una dimensión nueva y preocupante al cambio climático. Como advierte el estudio de Nature, la recuperación de esta capa protectora podría verse comprometida si no se implementan acciones globales para frenar los incendios y sus consecuencias. En este contexto, el llamado a la cooperación internacional y a políticas efectivas de conservación es más urgente que nunca.